martes, 8 de marzo de 2022

9 años de oscuridad

 



El próximo año cumpliré 30. Para cuando ese momento llegue con sus típicas reflexiones sobre el pasado y el futuro, me impuse a mí mismo el proyecto personal de armar un enorme álbum en Google Photos, recogiendo fotografías que abarcaran desde mi niñez hasta el cumplimiento de la bendita tercera década. ¿Para qué lo hago? No para publicarlo, por supuesto; solo es una idea que se me vino a la mente y que se me hizo bonita en su momento, como algo que me ayudaría a terminar de hacer la paz con los logros, las alegrías, las frustraciones y las penas que he habré acumulado hasta ese punto de mi vida.

Semanas atrás terminé una compilación de fotos contenidas en mi smartphone, en mis redes sociales y en mi computadora personal. El siguiente paso -realizado hoy- consistía en hurgar entre los archivos de mi madre para hallar las fotos de las cámaras digitales y los celulares que, más o menos desde el año 2007, registraron la mayor parte de nuestros momentos familiares.

El ejercicio comenzó muy bien. Me volví a topar con mi yo de 12 años, con mis hermanos menores aún más pequeños que yo, con tíos y primos menos agrietados por el tiempo, con viejos profesores, entre otras cosas simpáticas. Todo formaba un bello, gracioso y nostálgico viaje... Hasta que llegué a los años 2008 y 2009. En adelante, el camino a lo largo de mis primaveras fue tornándose muy extraño, agridulce, falso, doloroso.

Algo muy curioso del susodicho álbum será que, entre los años 2008 y 2017, es decir, entre mis 14 y 23 de edad, una gran parte de las fotografías serán de momentos familiares. Ahí está la primera contradicción porque, de hecho, soy de las personas menos apegadas a la familia que puedan existir. Amo a mis padres y a mis hermanos, pero busco pasar lejos de ellos el mayor tiempo posible siempre, y el quíntuple de distante soy de mis parientes fuera de la familia nuclear.

La segunda contradicción está en lo que proyectan esas fotos: abrazos con mis padres y otros parientes, unión, protección. Si alguien viera ese tramo del álbum, pensaría que mi adolescencia y primeros años de adultez estuvieron llenos de unión familiar, que crecí acobijado por gente que me quería y que me habría cuidado de cualquier cosa mala que me ocurriese. El problema es que, aunque no los culpo en absoluto, eso último no llegó a darse, o al menos no se dio frente al más grande de mis problemas.

La tercera contradicción es demasiado obvia pero no puedo no mencionarla: esa está en todas mis sonrisas. Lo sé. No necesito explicar que casi nadie toma fotografías de cuando está furioso o deprimido o que, como sociedad, tenemos una extraña obsesión por no registrar nuestros momentos en su estado de ánimo real. Pero la cuestión es que, en prácticamente todas las imágenes que vi dentro de ese lapso de nueve años, podía afirmar que estaba viviendo un momento infeliz. 

Fue entonces que mi amor propio, después de algún tiempo, volvió a quedar por los suelos. Casi ninguna foto daba cuenta de auténticos momentos de juventud, de amistades y experiencias nuevas, de viajes, de explorar nuevas aficiones o pasatiempos. Me veía ahí, acompañado durante alguna ocasión familiar, pero sabía bien cómo volvía a ser mi vida después de que esas reuniones o compromisos terminaran.

Maldita sea Rebeca. Maldita sea un millón de veces por todo lo que absorbió de mi vida, por todas las personas a las que alejó, por todas las cadenas con las que me ató. Maldito sea yo por caer en su mierda, por permitir su presencia en mi vida por tanto tiempo, y por guardar silencio de todo lo que ocurría para "protegerla" y proteger "lo nuestro".

El hoyo enorme en la cronología y las imágenes engañosas del álbum serán, al fin y al cabo, un reflejo de lo que queda hoy en mi mente al voltear hacia esos años: una edad media, un larguísimo periodo de oscuridad dentro de mi historia.

Otra cosa que encontré entre los archivos de mi madre fue algunas fotos en las que Rebeca aparecía. Y qué curiosas llegan a ser las defensas o anticuerpos de nuestro subconsciente: había también las fotos de un paseo que, pese a mi muy buena memoria, me costó mucho recordar al primer vistazo. Luego de pensarlo por un rato, me acordé por fin de aquel día y entré en cuenta de que esa excursión representaba, acaso, una de las pocas enteramente bonitas que me tocó vivir a su lado, en esas épocas en que había que mendigar absurdamente por momentos de paz junto a la persona a la que amaba.

Lo curioso es que volver a ver su rostro después de tanto tiempo fue odioso, aunque tal vez no tanto como hubiera esperado. Transcurrieron ya cinco años desde que eliminé todas las fotografías juntos -las de mi archivo personal, al menos- después de terminar con ella, por rabia, por resentimiento, por cerrar ciclos o por lo que fuera. Pero hoy, al toparme con estas que quedaban, he decidido, no sé si con madurez o con resignación, dejar algunas dentro de este álbum que sigue en proceso.

A estas alturas, siento estúpida la idea de no dejar ninguna, de censurar su cara, de borrarla como si no hubiera existido. Solo volvería aún más incoherente, al menos para mí, que conozco mi historia, la desproporcionada cantidad de fotos familiares y, sobre todo, la enorme ausencia de postales más acordes a los años mozos y radiantes que, en teoría, estaba viviendo.

El que esos nueve años de vacío sigan doliendo, o que lleguen a doler cada vez menos, no tiene nada que ver con qué tan tangibles son los recuerdos que queden de ellos, sino con la aceptación de lo ocurrido y de cómo, para bien y para mal, me hicieron quien soy ahora. 


Hayley Williams - First Thing To Go


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First thing to go, was the sound of his voice, ah
Lo primero en irse fue el sonido de su voz.
It echoes still I'm sure, but I can't hear it
Todavía hace eco, estoy segura, pero no puedo oírla.
Was it gentle or cold, or maybe just noise, ah
¿Fue suave o fría? ¿o tal vez solo un ruido?
I heard what I wanted, until I couldn't
Escuché lo que quería hasta que ya no pude.

And I, scared to lose
Y yo, temerosa de perder,
I was left of you
me aparté de ti.

Time moves slow, I just talk to myself
El tiempo pasa lento, solo me hablo a mí misma.
I finish my own sentences, the way you used to
Termino mis propias oraciones como tú hacías.
Why do memories glow? The way real moments don't, ah
¿Por qué brillan los recuerdos, como no hacen los momentos reales?
My altar is full of all love's delusions
Mi altar está lleno de todos los delirios del amor.

And I, mmm
Y yo...
And I, mmm
Y yo...
And I, scared to lose
Y yo, temerosa de perder.
And I was left of you
me aparté de ti
And I should forget
y debería olvidar.
And I, love was left
Y yo... El amor se fue.

The first thing to go was the sound of his voice
Lo primero en irse fue el sonido de su voz.