"Cuando te dije que no tenías que definir todo ahora, vi cómo tu carita se relajó". Así describió mi psicóloga mi reacción después de que, en nuestra última sesión, me ayudó a concluir que no debo tener ahora mismo todas las respuestas sobre lo que busco en el amor o en mis tipos de vínculos en general, pese a la tristeza y al sentido de urgencia que me había dejado sobre este tema la despedida con Florencia. Parece que, antes de digerir más a fondo todo lo hablado y formular lo que opinaba, mis gestos y lenguaje corporal, de manera más instintiva, expusieron lo que realmente necesito en este momento de mi vida: el tiempo, el espacio y la calma para ir descubriéndome a mí mismo en ese y en otros aspectos.
Desde ese día he venido pensando y sintiendo distintas cosas. Supongo que primero debo contar el pequeño gran accidente que tuve después de haber escrito mi anterior texto en este blog. En Instagram, a las pocas personas de confianza a las que tengo en "close friends", suelo compartirles lo que escribo en capturas de pantalla que subo a mis stories dirigidas a ellos. Es una manera de desahogar y sentirme acompañado por los amigos que me responden y me buscan la conversación sobre lo ocurrido.
A veces, cuando quiero compartir algo que no es tan personal, pero tampoco lo suficientemente trivial como para compartirlo públicamente, añado a algunas personas más a mis close friends por un día para que vean esas stories y luego las retiro de mi lista. Bueno, resulta que en algún momento, hace tiempo, había añadido a Florencia para que viera algunos textos viejos que decidí compartir por ese medio, solo para eso puntualmente, pero luego olvidé retirarla de esa lista y terminó leyendo todo lo que escribí sobre ella en el último post. Me tomó por sorpresa verla entre las personas que habían visualizado esas stories y casi me da algo cuando me percaté.
No sabía qué esperar de lo que había pasado. Al día siguiente recibí un mensaje de Florencia por WhatsApp bastante largo, que decía:
Hola, Damián (: Cómo estás? Espero que bien.
Te escribo esto porque creo que, ante todo, siempre hemos tratado de que las cosas entre nosotros queden bien, sobretodo por el cariño y respeto que creo que nos tenemos todavía.
He leído todo lo que estaba en tus historias, creo que era obvio que la intención era esa. Y me ha sorprendido la manera tan bonita que escribes sobre mí. Me han sorprendido otras cosas también, como enterarme de tus otros vínculos, pero entiendo que es tu manera de desahogar. Igualmente, ha sido lindo leer lo que tenía que ver conmigo. Me da risa que me hayas puesto “Florencia” jaja. No me imaginaba que algún día me pondrías ese pseudónimo, sobretodo porque me da mucha risa xd. Es lindo siempre escucharte hablar de lo que pasó entre nosotros desde tu perspectiva y ahora lo ha sido también leyéndolo. Creo que escribes muy bien. En un momento, pensé que estaba leyendo una novela de Gabriel García Márquez xd.
Ha sido una manera de darme cuenta de que hubo mucho cariño, tal vez más de lo que nos imaginamos en algún momento que podría haber. Contigo volví a abrir mi corazón y me alegra mucho haberme podido dar cuenta de que aún sigo creyendo en esto de ilusionarme con alguien y llegar a tener un vínculo tan fuerte. Contigo sentía que mis miedos no existían.
Por todo esto que acabo de mencionar, creo también que nos estamos haciendo daño indirectamente teniéndonos en redes, o en Instagram, que es en donde más tiempo estoy conectada. Es dañino porque yo, personalmente, ya estoy en el proceso de superar esto. No me hace bien saber que nos queremos tanto y que no puede haber nada entre nosotros, mucho menos cuando entro a tus historias y leo todo lo que he leído. No quiero tener que recordarme todos los días “lo que pudo haber pasado entre nosotros”. No quiero tener que volver a leer de aquí a unas semanas, cuando vuelvas a escribir tu proceso, la manera en la que me estás “olvidando” o los nuevos vínculos que estás formando. Sería masoquista de mi parte seguir ahí, leyendo todo lo que escribes, aparentando que no me duele, cuando en verdad me afecta.
Incluso, hay una parte dentro de ese texto en donde dices “quisiera decirle que la extraño o escribirle, pero no creo que sea justo para ella”. No entiendo el sentido de eso, si igual lo vas a publicar en un lugar en el que sabes que yo lo voy a leer. No digo que lo hayas hecho con mala intención, pero creo que hasta hubiese sido mejor si me lo escribías directamente. No sé. Aquí ya estoy solo suponiendo. A lo que quiero ir es que lo que escribes es muy bonito, sí, y me halaga también, pero no me ayuda.
Por eso mismo, creo que la decisión de dejar de seguirte y viceversa, aunque sea dolorosa, es la mejor. Eso no disminuye todo lo qué pasó entre nosotros. Todo esto fue muy bonito y, por lo mismo, no dudo en que, si algún día nos cruzamos, te vaya a abrazar muy fuerte y quiera conversar contigo. No te estoy eliminando de mi vida, solo estoy tratando de quitar el exceso de información que tengo sobre ti y que me hace daño.
Con todo esto, espero que me entiendas y que entiendas la necesidad que tengo también de explicarte mis razones y no sólo desaparecer. Nuevamente, gracias por todo. Ha sido hermoso conocerte. Deseo de todo corazón que cumplas todos tus anhelos y sueños que yo sé que los tienes, pero aún no los descubres. Cuando quieras conversar, ya más tranquilo y con tus respuestas más claras, no tengas miedo en escribirme. Es probable que esté disponible a escucharte (:
Ahora sí, me despido. Cuídate mucho. Y perdón por enviarte este mensaje tan tarde, pero no quería dejar pasar más el tiempo.
Bastante avergonzado y lamentando mucho la consecuencia de dejar de poder verla en sus redes debido a ese descuido mío, me quedé pensando en una respuesta por varias horas. Al día siguiente, por la noche, le contesté esto:
Hola, Florencia 🫶🏼
Estaba esperando a poder tomarme el tiempo de sentarme con calma y escribirte.
Estoy, bueno... Súper palteado, jajaja. Realmente no tenías que haber leído esto. Yo casi nunca uso la opción de close friends y olvidé que alguna vez te había incluido ahí. El martes en la noche me di cuenta de que aparecías entre las personas que vieron esas stories. Ahí entré en cuenta de eso y dije "PTM, la recontra cagué". De verdad, perdón porque hayas tenido que ver esto. Sé que no era lo que necesitabas y lamento mucho que te haya hecho sentir mal de alguna manera, considerando lo fresca que está nuestra despedida aún.
Paréntesis: muchas gracias por hablar tan bonito sobre cómo escribo. Lo hago por terapia, pero me alegra igual que sea agradable de leer. Es mi manera de hacer catarsis y todo lo que haya dicho sobre ti es tal cual lo que he sentido, observado y apreciado. Y lo de llamarte "Florencia", jajaja, perdón por haber sido tan simple y no pensar en algo más sutil xd
Y bueno, ya está hecho lo de que lo hayas leído y esto dio paso a otro tema importante que tal vez teníamos pendiente: lo de seguirnos o no en redes.
Me causa un montón de tristeza, pero supongo que tienes razón. Lo digo poniéndome en el mismo lugar en el que tú te pones al analizar la situación, porque en estos días después de despedirnos no he podido evitar ver tus stories y preguntarme mucho cómo te sentirás o cuándo será que comiences a "dejarme atrás", lo cual, aunque sé que sería bueno para ti, me da igual mucha pena por pensar (como tú) en "lo que pudo haber sido", por cuánto nos hemos llegado a querer y por cuán bonito era todo estando juntos.
Tal como te dije en esa última vez que hablamos, me llena de mucha frustración el no tener una postura definida sobre cuál es mi tipo de vínculo sin traumas, sesgos ideológicos y temores de por medio. También es un hecho, dejando ese tema de lado, que no estoy listo aún para una relación y creo que no hubiera podido darte la mejor versión de mí en ese aspecto, que es lo mínimo que merecería una chica tan especial como tú.
Aún me queda camino por delante en mi proceso de cerrar heridas, perdonarme mis errores, descubrirme a mí mismo y reafirmar mi identidad en ciertos aspectos a través de la terapia y de un mayor tiempo estando solo. Me da mucha tristeza, pero soy consciente de que muchas veces el cariño no es suficiente y hay otros temas a los que debemos dar prioridad para nuestro bien.
Supongo que yo también debería comenzar mi proceso de ir superando esto y probablemente así vaya a suceder, pero como dije en mi texto, una parte de mí espera que esta historia no se cierre del todo y tal vez más adelante, bajo otras circunstancias, lo nuestro sí pueda darse. No me malentiendas, no te estoy pidiendo que me esperes o algo por el estilo. Cada quien debe seguir con su vida y eso está bien, pero sentía la necesidad de expresar ese pequeño anhelo antes de dejar de hablarnos por quién sabe cuánto tiempo.
Te quiero y te respeto mucho. Siendo coherente con eso, prometo no buscarte mientras no se cumpla lo que dices: que yo esté más tranquilo y recuperado, y que tenga mis respuestas más claras.
Eres una grandiosa persona y te mereces mucha felicidad en todo aspecto de la vida. Te mando un beso y un abrazo gigantes. Cuídate mucho.
Es una sensación rara la que me ha quedado después de aquel intercambio de mensajes. En la semana que transcurrió después de esto, he estado pensando mucho y dándole bastantes vueltas a este asunto y a otros de mi vida, pero siento que mi estado de ánimo ha sido bastante más reflexivo que ansioso. Con mucha más calma, pero también con el dolor aún presente. Estas palabras las escribo después de una larga caminata en la que dejé corriendo aleatoriamente mi playlist de canciones favoritas de la vida, y ha sido raro abrazar en ese recorrido tanto las canciones tristes como aquellas que son más inspiradoras o empoderantes. Al margen de cuál sea la canción o estado de ánimo de turno, lo cierto es que siento mucho más ligero mi andar aunque no tenga clara la meta a la que me dirijo.
Extraño mucho a Florencia. No dejo de recordar nuestras conversaciones, nuestros encuentros y el tiempo corto pero muy significativo que compartimos. Eso me entristece, pero a la vez siento un gran alivio por mantenerme lejos de una posición en la que, por meterme en algo para lo que no estoy listo ni decidido, ponga en riesgo tanto mi bienestar emocional como el de ella. Tras estos días sin seguirnos en redes, no puedo evitar pensar en cómo se sentirá Florencia, y cualquiera de las dos posibilidades (que esté mal o que esté bien respecto a mí) me hace sentirme muy mal sobre nuestro desenlace. Una gran parte de mí no quiere soltarla ni que ella me suelte, se rehúsa a renunciar a lo que podría darse entre nosotros, pero, por otro lado, la razón y esta tranquilidad agridulce me invitan a lo contrario.
El viernes me encontré con Aurora, una amiga a la que no veía hace como una década. Nos pusimos al día de lo que vivimos durante los últimos años y ella me contó cómo, en la actualidad, está volviendo a enamorarse después de muchísimo tiempo, pero tiene algo de miedo de dejarse llevar por esos sentimientos. Sería la primera vez que le ocurra después de unos siete años. Durante ese largo periodo ella estuvo en terapia por haber sufrido una serie de tragedias familiares y fuertes problemas emocionales. También estuvo, en general, alejada de los chicos y de las relaciones. Se dio un largo tiempo y espacio para sanar, para descubrirse a sí misma y para consolidar las herramientas y la muy buena actitud con la que afronta la vida actualmente.
Tras escuchar su historia, llegamos a la conclusión de que está perfectamente lista y que debería permitirse intentarlo con este nuevo chico. Solo necesita dejar de lado el miedo a volver a tener sentimientos bonitos que la desborden y la pongan en riesgo de alguna decepción, ya que hoy tiene el temple para salir adelante en caso de que ocurra. Siendo esa su situación, le dije que no se privara de vivir lo bonito que es el amor y que abrace esa falta de control que implica hasta cierto punto el sentirlo. Tal vez se convenció más después de haber escuchado mi historia y notar la clara diferencia entre mi proceso, que apenas comienza, y el de ella, que ya está totalmente consolidado.
Siento mucha alegría y a la vez envidia por mi amiga. También me da algo de miedo la comparación, más allá de que nuestros casos no son los mismos y somos personas diferentes. Supongo que el temor aumenta cuando pienso en mis 30 de edad y en cómo se me puede ir la vida si tardo demasiado en encontrar ese norte. Pero qué se le va a hacer. Parece que no me queda de otra y, en mi camino hacia estar bien, tendré que encontrar un punto medio justo de paciencia y mucha empatía hacia mí mismo, sin sucumbir ante la ansiedad por avanzar ni ante el abandono de mis objetivos producto del cansancio o la frustración. Probablemente resulte muy cansado, pero será por mi bien.
Jorge Drexler - Sea