lunes, 18 de marzo de 2024

Alivio agridulce



"Cuando te dije que no tenías que definir todo ahora, vi cómo tu carita se relajó". Así describió mi psicóloga mi reacción después de que, en nuestra última sesión, me ayudó a concluir que no debo tener ahora mismo todas las respuestas sobre lo que busco en el amor o en mis tipos de vínculos en general, pese a la tristeza y al sentido de urgencia que me había dejado sobre este tema la despedida con Florencia. Parece que, antes de digerir más a fondo todo lo hablado y formular lo que opinaba, mis gestos y lenguaje corporal, de manera más instintiva, expusieron lo que realmente necesito en este momento de mi vida: el tiempo, el espacio y la calma para ir descubriéndome a mí mismo en ese y en otros aspectos.

Desde ese día he venido pensando y sintiendo distintas cosas. Supongo que primero debo contar el pequeño gran accidente que tuve después de haber escrito mi anterior texto en este blog. En Instagram, a las pocas personas de confianza a las que tengo en "close friends", suelo compartirles lo que escribo en capturas de pantalla que subo a mis stories dirigidas a ellos. Es una manera de desahogar y sentirme acompañado por los amigos que me responden y me buscan la conversación sobre lo ocurrido. 

A veces, cuando quiero compartir algo que no es tan personal, pero tampoco lo suficientemente trivial como para compartirlo públicamente, añado a algunas personas más a mis close friends por un día para que vean esas stories y luego las retiro de mi lista. Bueno, resulta que en algún momento, hace tiempo, había añadido a Florencia para que viera algunos textos viejos que decidí compartir por ese medio, solo para eso puntualmente, pero luego olvidé retirarla de esa lista y terminó leyendo todo lo que escribí sobre ella en el último post. Me tomó por sorpresa verla entre las personas que habían visualizado esas stories y casi me da algo cuando me percaté.

No sabía qué esperar de lo que había pasado. Al día siguiente recibí un mensaje de Florencia por WhatsApp bastante largo, que decía:


Hola, Damián (: Cómo estás? Espero que bien. 

Te escribo esto porque creo que, ante todo, siempre hemos tratado de que las cosas entre nosotros queden bien, sobretodo por el cariño y respeto que creo que nos tenemos todavía.

He leído todo lo que estaba en tus historias, creo que era obvio que la intención era esa. Y me ha sorprendido la manera tan bonita que escribes sobre mí. Me han sorprendido otras cosas también, como enterarme de tus otros vínculos, pero entiendo que es tu manera de desahogar. Igualmente, ha sido lindo leer lo que tenía que ver conmigo. Me da risa que me hayas puesto “Florencia” jaja. No me imaginaba que algún día me pondrías ese pseudónimo, sobretodo porque me da mucha risa xd. Es lindo siempre escucharte hablar de lo que pasó entre nosotros desde tu perspectiva y ahora lo ha sido también leyéndolo. Creo que escribes muy bien. En un momento, pensé que estaba leyendo una novela de Gabriel García Márquez xd. 

Ha sido una manera de darme cuenta de que hubo mucho cariño, tal vez más de lo que nos imaginamos en algún momento que podría haber. Contigo volví a abrir mi corazón y me alegra mucho haberme podido dar cuenta de que aún sigo creyendo en esto de ilusionarme con alguien y llegar a tener un vínculo tan fuerte. Contigo sentía que mis miedos no existían. 

Por todo esto que acabo de mencionar, creo también que nos estamos haciendo daño indirectamente teniéndonos en redes, o en Instagram, que es en donde más tiempo estoy conectada. Es dañino porque yo, personalmente, ya estoy en el proceso de superar esto. No me hace bien saber que nos queremos tanto y que no puede haber nada entre nosotros, mucho menos cuando entro a tus historias y leo todo lo que he leído. No quiero tener que recordarme todos los días “lo que pudo haber pasado entre nosotros”. No quiero tener que volver a leer de aquí a unas semanas, cuando vuelvas a escribir tu proceso, la manera en la que me estás “olvidando” o los nuevos vínculos que estás formando. Sería masoquista de mi parte seguir ahí, leyendo todo lo que escribes, aparentando que no me duele, cuando en verdad me afecta.

Incluso, hay una parte dentro de ese texto en donde dices “quisiera decirle que la extraño o escribirle, pero no creo que sea justo para ella”. No entiendo el sentido de eso, si igual lo vas a publicar en un lugar en el que sabes que yo lo voy a leer. No digo que lo hayas hecho con mala intención, pero creo que hasta hubiese sido mejor si me lo escribías directamente. No sé. Aquí ya estoy solo suponiendo. A lo que quiero ir es que lo que escribes es muy bonito, sí, y me halaga también, pero no me ayuda. 

Por eso mismo, creo que la decisión de dejar de seguirte y viceversa, aunque sea dolorosa, es la mejor. Eso no disminuye todo lo qué pasó entre nosotros. Todo esto fue muy bonito y, por lo mismo, no dudo en que, si algún día nos cruzamos, te vaya a abrazar muy fuerte y quiera conversar contigo. No te estoy eliminando de mi vida, solo estoy tratando de quitar el exceso de información que tengo sobre ti y que me hace daño. 

Con todo esto, espero que me entiendas y que entiendas la necesidad que tengo también de explicarte mis razones y no sólo desaparecer. Nuevamente, gracias por todo. Ha sido hermoso conocerte. Deseo de todo corazón que cumplas todos tus anhelos y sueños que yo sé que los tienes, pero aún no los descubres. Cuando quieras conversar, ya más tranquilo y con tus respuestas más claras, no tengas miedo en escribirme. Es probable que esté disponible a escucharte (: 

Ahora sí, me despido. Cuídate mucho. Y perdón por enviarte este mensaje tan tarde, pero no quería dejar pasar más el tiempo.

 

Bastante avergonzado y lamentando mucho la consecuencia de dejar de poder verla en sus redes debido a ese descuido mío, me quedé pensando en una respuesta por varias horas. Al día siguiente, por la noche, le contesté esto:


Hola, Florencia 🫶🏼

Estaba esperando a poder tomarme el tiempo de sentarme con calma y escribirte.

Estoy, bueno... Súper palteado, jajaja. Realmente no tenías que haber leído esto. Yo casi nunca uso la opción de close friends y olvidé que alguna vez te había incluido ahí. El martes en la noche me di cuenta de que aparecías entre las personas que vieron esas stories. Ahí entré en cuenta de eso y dije "PTM, la recontra cagué". De verdad, perdón porque hayas tenido que ver esto. Sé que no era lo que necesitabas y lamento mucho que te haya hecho sentir mal de alguna manera, considerando lo fresca que está nuestra despedida aún. 

Paréntesis: muchas gracias por hablar tan bonito sobre cómo escribo. Lo hago por terapia, pero me alegra igual que sea agradable de leer. Es mi manera de hacer catarsis y todo lo que haya dicho sobre ti es tal cual lo que he sentido, observado y apreciado. Y lo de llamarte "Florencia", jajaja, perdón por haber sido tan simple y no pensar en algo más sutil xd

Y bueno, ya está hecho lo de que lo hayas leído y esto dio paso a otro tema importante que tal vez teníamos pendiente: lo de seguirnos o no en redes.

Me causa un montón de tristeza, pero supongo que tienes razón. Lo digo poniéndome en el mismo lugar en el que tú te pones al analizar la situación, porque en estos días después de despedirnos no he podido evitar ver tus stories y preguntarme mucho cómo te sentirás o cuándo será que comiences a "dejarme atrás", lo cual, aunque sé que sería bueno para ti, me da igual mucha pena por pensar (como tú) en "lo que pudo haber sido", por cuánto nos hemos llegado a querer y por cuán bonito era todo estando juntos.

Tal como te dije en esa última vez que hablamos, me llena de mucha frustración el no tener una postura definida sobre cuál es mi tipo de vínculo sin traumas, sesgos ideológicos y temores de por medio. También es un hecho, dejando ese tema de lado, que no estoy listo aún para una relación y creo que no hubiera podido darte la mejor versión de mí en ese aspecto, que es lo mínimo que merecería una chica tan especial como tú.

Aún me queda camino por delante en mi proceso de cerrar heridas, perdonarme mis errores, descubrirme a mí mismo y reafirmar mi identidad en ciertos aspectos a través de la terapia y de un mayor tiempo estando solo. Me da mucha tristeza, pero soy consciente de que muchas veces el cariño no es suficiente y hay otros temas a los que debemos dar prioridad para nuestro bien.

Supongo que yo también debería comenzar mi proceso de ir superando esto y probablemente así vaya a suceder, pero como dije en mi texto, una parte de mí espera que esta historia no se cierre del todo y tal vez más adelante, bajo otras circunstancias, lo nuestro sí pueda darse. No me malentiendas, no te estoy pidiendo que me esperes o algo por el estilo. Cada quien debe seguir con su vida y eso está bien, pero sentía la necesidad de expresar ese pequeño anhelo antes de dejar de hablarnos por quién sabe cuánto tiempo.

Te quiero y te respeto mucho. Siendo coherente con eso, prometo no buscarte mientras no se cumpla lo que dices: que yo esté más tranquilo y recuperado, y que tenga mis respuestas más claras.

Eres una grandiosa persona y te mereces mucha felicidad en todo aspecto de la vida. Te mando un beso y un abrazo gigantes. Cuídate mucho.

 

Es una sensación rara la que me ha quedado después de aquel intercambio de mensajes. En la semana que transcurrió después de esto, he estado pensando mucho y dándole bastantes vueltas a este asunto y a otros de mi vida, pero siento que mi estado de ánimo ha sido bastante más reflexivo que ansioso. Con mucha más calma, pero también con el dolor aún presente. Estas palabras las escribo después de una larga caminata en la que dejé corriendo aleatoriamente mi playlist de canciones favoritas de la vida, y ha sido raro abrazar en ese recorrido tanto las canciones tristes como aquellas que son más inspiradoras o empoderantes. Al margen de cuál sea la canción o estado de ánimo de turno, lo cierto es que siento mucho más ligero mi andar aunque no tenga clara la meta a la que me dirijo.

Extraño mucho a Florencia. No dejo de recordar nuestras conversaciones, nuestros encuentros y el tiempo corto pero muy significativo que compartimos. Eso me entristece, pero a la vez siento un gran alivio por mantenerme lejos de una posición en la que, por meterme en algo para lo que no estoy listo ni decidido, ponga en riesgo tanto mi bienestar emocional como el de ella. Tras estos días sin seguirnos en redes, no puedo evitar pensar en cómo se sentirá Florencia, y cualquiera de las dos posibilidades (que esté mal o que esté bien respecto a mí) me hace sentirme muy mal sobre nuestro desenlace. Una gran parte de mí no quiere soltarla ni que ella me suelte, se rehúsa a renunciar a lo que podría darse entre nosotros, pero, por otro lado, la razón y esta tranquilidad agridulce me invitan a lo contrario.

El viernes me encontré con Aurora, una amiga a la que no veía hace como una década. Nos pusimos al día de lo que vivimos durante los últimos años y ella me contó cómo, en la actualidad, está volviendo a enamorarse después de muchísimo tiempo, pero tiene algo de miedo de dejarse llevar por esos sentimientos. Sería la primera vez que le ocurra después de unos siete años. Durante ese largo periodo ella estuvo en terapia por haber sufrido una serie de tragedias familiares y fuertes problemas emocionales. También estuvo, en general, alejada de los chicos y de las relaciones. Se dio un largo tiempo y espacio para sanar, para descubrirse a sí misma y para consolidar las herramientas y la muy buena actitud con la que afronta la vida actualmente. 

Tras escuchar su historia, llegamos a la conclusión de que está perfectamente lista y que debería permitirse intentarlo con este nuevo chico. Solo necesita dejar de lado el miedo a volver a tener sentimientos bonitos que la desborden y la pongan en riesgo de alguna decepción, ya que hoy tiene el temple para salir adelante en caso de que ocurra. Siendo esa su situación, le dije que no se privara de vivir lo bonito que es el amor y que abrace esa falta de control que implica hasta cierto punto el sentirlo. Tal vez se convenció más después de haber escuchado mi historia y notar la clara diferencia entre mi proceso, que apenas comienza, y el de ella, que ya está totalmente consolidado.

Siento mucha alegría y a la vez envidia por mi amiga. También me da algo de miedo la comparación, más allá de que nuestros casos no son los mismos y somos personas diferentes. Supongo que el temor aumenta cuando pienso en mis 30 de edad y en cómo se me puede ir la vida si tardo demasiado en encontrar ese norte. Pero qué se le va a hacer. Parece que no me queda de otra y, en mi camino hacia estar bien, tendré que encontrar un punto medio justo de paciencia y mucha empatía hacia mí mismo, sin sucumbir ante la ansiedad por avanzar ni ante el abandono de mis objetivos producto del cansancio o la frustración. Probablemente resulte muy cansado, pero será por mi bien.


Jorge Drexler - Sea


Ya estoy en la mitad de esta carretera
Tantas encrucijadas quedan detrás...
Ya está en el aire girando mi moneda
Y que sea lo que
Sea

Todos los altibajos de la marea
Todos los sarampiones que ya pasé...
Yo llevo tu sonrisa como bandera
Y que sea lo que
Sea

Lo que tenga que ser, que sea
Y lo que no por algo será
No creo en la eternidad de las peleas
Ni en las recetas de la felicidad

Cuando pasen recibo mis primaveras
Y la suerte este echada a descansar
Yo miraré tu foto en mi billetera
Y que sea lo que
Sea

Y el que quiera creer que crea
Y el que no, su razón tendrá
Yo suelto mi canción en la ventolera
Y que la escuche quien la quiera escuchar

Ya esta en el aire girando mi moneda
Y que sea lo que
Sea

lunes, 11 de marzo de 2024

Amor y control... Y Florencia



Amor y Control

El amor de pareja es uno de los mayores pilares de mi vida. Aunque no sepa aún si mi tipo de vínculo es el de una relación exclusiva o abierta, sí puedo afirmar hoy que es algo que anhelo, que considero importante para vivir más feliz y pleno, pese a la gran cantidad de desventajas y riesgos que pueda implicar.

A esa conclusión llegué en mi última sesión de la terapia, y ha sido una de las verdades que más me ha costado aceptar en toda mi vida. Por mucho tiempo quise creer que no era algo esencial, que solo se trataba de un "extra" para endulzar un poco más mi existencia, ya que yo creía ser un lobo solitario que podía sentirse perfectamente satisfecho mientras los demás ámbitos (salud, amistades, trabajo, sexo, ocio) anduvieran razonablemente bien. Pero qué equivocado estaba. O mejor dicho, qué autoengañado.

Siento que estoy aceptando esto con molestia y un tanto herido en mi orgullo. En las dos relaciones importantes de mi vida, aunque fueron tremendamente distintas, siempre se repitió el patrón de que yo era el que menos tiempo necesitaba de compartir en pareja, el que más pedía su espacio y quien más solía decir alguna mentira piadosa si no tenía ganas de ver a Rebeca o a Sabrina en sus respectivas épocas. Tenía, según yo, cierta tendencia a la soledad y consideraba que mantener una buena cuota de individualidad era crucial para mí, como una parte innegociable de mi identidad. 

En los momentos de crisis de mis dos relaciones solía tener también pensamientos intrusivos sobre qué pasaría si terminamos. Me preguntaba si estaría mejor que yo anduviera soltero y me ahorrara todos los compromisos y las concesiones que debe hacer una persona emparejada. También me ponía muy cínico. Con cierta irreverencia, reflexionaba mucho sobre por qué los seres humanos somos capaces de hacer tantas estupideces, tantos sacrificios y tantos planes ingenuamente proyectados para el largo plazo a causa del amor. Me preguntaba por qué el amor es algo tan aspiracional para las mayorías, por qué seguimos manteniendo instituciones como el matrimonio o formatos de relación como la monogamia, cuando nuestra naturaleza apunta a que, como mamíferos, es normal que tengamos una mayor tendencia biológica hacia vincularnos afectiva y sexualmente con más de una persona y solo durante cierto periodo de tiempo. Todo me parecía tan absurdo... Pero las experiencias recientes me vienen dando un golpe de realidad.

En setiembre conocí por redes a Carola, una chica que me gustaba (o bueno, tal vez aún me gusta) con la que formé amistad y me encariñé mucho. Ella, a sus 33 años, goza de una vida bastante plena en la que, tras haber sufrido cosas muy dolorosas como la muerte de su madre, y haber terminado algunas relaciones importantes durante sus veintes (en una llegó a convivir y a estar comprometida), lleva varios años soltera, muy segura y conocedora de sí misma, y sin ninguna necesidad ni apuro de conocer a alguien. Es una chica bastante exitosa, independiente y autosuficiente, que disfruta de su espacio y de su soledad y llena su parte afectiva con los muy buenos amigos que tiene. También puede tener por ahí alguna experiencia casual, pero sabiendo soltar y no involucrándose de más con alguien que rompiera con ese esquema, con esa individualidad suya.

Tal vez Carola me parecía (o me parece aún) tan atractiva no solo por su personalidad, sino también por eso: por encontrarse en un lugar emocional, sentimental y social que yo sentía tan ideal para mí. En un principio pensé que el final de mi duelo, de mi reconciliación conmigo mismo y de mi proceso de terapia me llevarían justo ahí, a una vida en la que ninguna persona resulte indispensable para sentirme lleno y contento con mi vida. Pensaba que esa era mi verdadera naturaleza, y que solo necesitaba sanar mis heridas y traumas para poder disfrutar de ella.

Sin embargo, los cinco meses que transcurrieron desde mi última ruptura me han ido enseñando muchas cosas nuevas sobre mí mismo, pero no puedo decir que esos aprendizajes llegaron solo con la terapia y la reflexión. En realidad, el proceso ha estado lejos de ser lineal y ha involucrado cierto desenfreno, con un montón de subidas y bajadas en lo emocional. Más que certezas, estas experiencias me han traído dudas, o acaso verdades que no entendí o no quise aceptar en un inicio, pero que hoy parecen gritarme a la cara que no soy ni podré ser como Carola.

En los dos primeros meses post ruptura me entregué mucho al alcohol y al sexo casual viéndolos como una nueva libertad a la cual aferrarme tras casi 15 años emparejado. Durante un tiempo disfruté mucho de ese "hype", de la adrenalina de la seducción, de sentirme deseado como hombre, de tomar mucho y dejarme llevar por todo esto sin rendir cuentas a nadie. En ese lapso dejé la terapia por problemas económicos y todo parecía ser llevadero hasta que llegó diciembre. Todo lo que sube baja, según dicen, y al perder esa adrenalina, esa emoción por la novedad, me vi confrontado conmigo mismo y toqué fondo bastante feo. Sentí un vacío enorme y una falta de rumbo total en todo aspecto, incluyendo el amoroso.

Desde ese momento ocurrieron dos cosas. Primero conseguí el dinero y comencé a ir a terapia con una nueva psicóloga recomendada por una amiga cercana. En segundo lugar, mis encuentros sexuales "casuales" dejaron de serlo tanto. Siempre hubo dos o tres chicas con las que, consciente o inconscientemente, buscaba una conexión más allá de la atracción. Chateábamos y conversábamos más que como lo harían dos personas bajo términos de solo sexo. Se generaba cierto cariño y acercamiento, aunque yo enfatizaba en todo momento (tal vez de manera un poco tramposa) que esto solo era sexo y una amistad con ciertos beneficios carnales para ambos. Si ellas estaban de acuerdo, seguíamos viéndonos. Si no lo estaban, todo quedaba ahí.

Disfrutaba un poco de esa compañía a medias, de esos pensamientos y vivencias que compartíamos en las conversaciones sin que esto tuviera la posibilidad de trascender hacia algo más. Estas chicas me gustaban y me importaban, pero ninguna de ellas se acercaba ni por asomo a lo que sentí la última vez que llegué a enamorarme muy fuerte de alguien. De hecho, reflexionaba mucho sobre cómo, con mi cinismo y mi actual entendimiento del amor, volver a sentir algo tan fuerte por una persona me parecía imposible. Había aceptado eso con cierta desazón, pero creyendo que era una conclusión realista. No iba a caer nuevamente en la irracionalidad de encantarme e ilusionarme tanto por una chica, siendo consciente de la naturaleza caduca de las relaciones sentimentales y de cómo, en esos primeros meses tan hormonales, idealizamos mucho a las personas para luego desencantarnos y fracasar, tarde o temprano, en el proyecto de ser pareja. Tenía ese razonamiento muy arraigado y presente. Era triste, pero en terapia entendería que esta hiperracionalidad podía ser solo una fachada, un mecanismo de defensa para no volver a sufrir tan penosamente por amor como ya me había tocado en el pasado.

Era una situación extraña. Me permitía cierta cercanía y afecto, pero todo dentro de una dinámica en la que intentaba tener el control de la situación siendo honesto en lo que podía y no podía ofrecer (y para mis adentros, también en lo que me permitía sentir y en lo que no). Pensé que esa era la manera más saludable de llevar mi vida sentimental y sexual y que no hacía nada incorrecto, ya que yo era transparente y las personas con las que me involucraba estaban de acuerdo. Sin embargo, algo no se sentía del todo bien. Primero pensé que tenía que ver con el duelo por Sabrina y con no haberla superado aún. Pero luego, tras haber llegado a esa etapa y terminar de soltarla, me di cuenta de que había algo más que no cuadraba, que me tenía intranquilo, pero no sabía qué era.

Mi psicóloga y algunas personas de confianza, al saber cómo iba manejando estas interacciones, solían advertirme una cosa: que esa zona de confort podía no ser algo permanente ni lo máximo a lo cual aspirar en el amor, y que eventualmente podía conocer a alguien que rompiera todos esos esquemas y me hiciera querer otra cosa. Yo les respondía con seguridad que eso no iba a pasar, que había reflexionado sobre el tema miles de veces y tenía claro que era imposible, al margen de qué tan deslumbrante pudiera ser cualquier persona nueva que conozca en un futuro. Pero llegó Florencia.

Florencia

Conocí a Florencia en octubre y comencé a hablar con ella por Instagram como hacía con algunas otras chicas por aquel entonces, con algo de humor, plática existencial y despreocupación. La ayudé a conseguir el boleto para un concierto de José Madero y ella me devolvió el favor (o así lo entendí yo) invitándome a ver la obra de teatro de una amiga suya. Florencia también es actriz y está involucrada en todo ese mundo. La actuación es su vida. Ese día me lo dejó muy claro en una larguísima conversación después del teatro. Y más allá de cómo lo expresaba en palabras, había un fuego en sus ojos que lo reafirmaba en todo momento. Mentiría si digo que fue un flechazo instantáneo, pero me hacía sentir algo diferente, un tipo de admiración y atracción que no sabía describir del todo. Eso, contrario a cualquier otro sentimiento que tenía tan racionalizado y parametrado, era algo nuevo, fresco, bonito.

Las conversaciones continuaron en paralelo con las que mantenía con otras personas, pero poco a poco iba notando cómo surgía una preferencia clara por recibir los mensajes de ella, por hablar del tema más profundo o de la cosa más mundana de nuestro día a día, siempre con risas y en un tono en el que pareciéramos no tomar nada tan en serio. Aún así, en cada pequeña plática iba descubriendo su mundo, sus inquietudes, pero sobre todo, su pasión por su arte y sus ganas de vivir la vida intensamiente, además de su rechazo a desperdiciar su tiempo en actividades o personas que no la llevaran a ello. También mostraba una filosofía de abrazar tanto la felicidad como el dolor como parte de la experiencia más pura de vivir, la cual me hacía admirarla muchísimo. Era todo lo opuesto a mí, a mi manera de paralizarme ante los riesgos y de esconderme detrás de la racionalización. Apreciar ese aspecto de ella me volvía mucho más consciente de mi careta de tipo súper lógico y renegado de los sentimientos, haciéndome notar que solo maquillaba mi miedo a volver a ilusionarme y a fracasar en aquellas experiencias por las que, a veces, vale más la pena respirar. 

Algo más que me encantaba de ella es que esa visión soñadora de las cosas no venía desde la comodidad y el privilegio. Ella lo dejó todo por venir a vivir sola a Lima y buscarse un futuro en lo que más ama, sin el respaldo económico familiar que tienen otros y bancándose todas las dificultades que implican las épocas en que las cosas no salen bien. Todo podía ser muy frustrante y cansado, pero Florencia simplemente no podía concebir una vida sin dedicarse a su mayor pasión. Eso me lo dijo un día cuando descansábamos desnudos en su cama, mirando hacia el techo mientras reflexionaba con gran determinación y yo, embelezado, la contemplaba acariciando su cabello y su rostro. Pero me estoy adelantando en la historia.

Florencia es muy activa en Instagram. En un inicio, aunque a veces pasaba varios días sin hablarle por temor a generar una mayor cercanía (porque iba viendo que no tenía el mismo "control" de lo que sentía), me encantaba ver lo que compartía en su día a día a través de sus stories. Era muy divertida, sarcástica, ocurrente, y a la vez tierna. Me parecía muy guapa también. Era raro notar cómo me gustaba cada gesto de ella. Todo se daba de manera tan fluida que no me iba dando cuenta, a diferencia de otros vínculos en los que tenía el cálculo de monitorear y analizar a detalle todo lo que iba ocurriendo y sintiendo, en parte para controlar hasta dónde dejaba que lleguen las cosas...

Tiempo después me invitó (o mejor dicho, me pidió que le compre una entrada) a la primera obra de teatro escrita y protagonizada por ella. Fui a verla y tal vez fue ese el primer momento en que me descubrí a mí mismo sintiendo algo más fuerte. Ciertos miedos y reflexiones sobre la vida que ya me había compartido antes estaban totalmente plasmados en esos diálogos e historia y adoré esa autenticidad.

A inicios de año nos encontramos un par de veces más. Primero, entre broma y broma quedamos en tomarnos un vino en el malecón de Barranco, distrito en el que vive. Creo que nunca fue tan lindo compartir esa vista del mar barranquino con alguien. El alcohol me llevó a abrirme y a contar varios de mis secretos más oscuros, en parte porque quería ser sincero con mi situación sentimental (como más o menos hacía con otras chicas), pero también porque me nacía compartirle mi caótico mundo interior y porque sus consejos, aunque no los pudiera asimilar del todo, me transmitían mucha paz. Tal vez yo no podía ver la vida como ella, pero era lindo ver a alguien con esa perspectiva tan distinta y esa tranquilidad amparada en que todo lo malo ocurre por algo, o con el enfoque positivo de que nos puede servir para crecer y aprender. En otras personas esto me parecería un optimismo ingenuo y hasta un poco molesto, pero por algún motivo que no termino de explicarme, en ella se veía muy bonito. Era todo lo opuesto a mi nihilismo diciéndome que muchas cosas malas pueden ocurrir por puro azar y sin ningún motivo, o con nada que sacar de ahí más que dolor y amargura.

Un par de vinos más y mucha torpeza de por medio me llevaron a besarla y a descubrir con gran emoción, una que no se acercaba a la de muchas otras situaciones parecidas de esos meses, que lo que sentía era correspondido. Tuvimos nuestra primera noche juntos y fue lindo, pero al día siguiente me vinieron todos los temores habidos y por haber sobre qué seguía y sobre los riesgos que implicaba para ambos involucrarnos de esa manera. Yo seguía de duelo por Sabrina y con en esta indefinición sobre mi tipo de vínculo sentimental, mientras que Florencia tenía claro que lo suyo eran las relaciones exclusivas.

Otro día nos juntamos para conversar al respecto y decirnos de manera más clara qué sentíamos. No llegamos a ninguna conclusión, pero era muy grande la tensión y las ganas de estar juntos. Terminamos nuevamente en su cuarto y viví una de las noches más bellas que he tenido en muchísimo tiempo. No recuerdo cuando fue la última vez que sentí tanta pasión, deseo y cariño a la vez. Al día siguiente tenía sentimientos muy encontrados. Moría de ganas de seguir viéndola, pero aún estaba en un mal lugar emocional y seguía presente nuestra diferencia sobre la manera de vincularnos. Horas después, ella me mandó un mensaje muy largo comunicándome su decisión de no seguir avanzando en esto, que nos quedáramos con el muy bonito recuerdo y evitemos exponernos a salir lastimados. Me dio pena, pero lo acepté. Era lo más sensato para ambos.

No obstante, tiempo después y conmigo bastante más aliviado por la terapia, volvimos a hablar de manera casual, con las bromas y la evasión de los temas serios que era costumbre entre nosotros. Pero el sentimiento seguía y eso era innegable. Salimos un par de veces y lo pasamos demasiado bien. No podía evitarlo. Se me desbordaban los sentimientos y no podía creer que alguien me gustara tanto a estas alturas, después de todo lo que había vivido y de lo desencantado que me sentía de las relaciones. Me sorprendí a mí mismo también expresando, en la oscuridad de su cuarto y bajo las primeras luces del amanecer, un cariño que no me nacía desde hace quién sabe cuándo. Aún recuerdo cómo debía irme por el trabajo y me dijo "No te vayas, quédate un rato más", y se sintió tan bien y cálido. Por supuesto que me volví a echar a su lado para abrazarla.

Maldita sea. Recuerdo todo demasiado claro mientras lo voy escribiendo. Pero bueno, como ya es costumbre en este blog, si vengo a escribir aquí es casi siempre para desahogar penas y frustraciones, así que, spoiler: el final no es feliz.

Días después me pidió que nos juntemos a conversar e inmediátamente supe lo que ocurriría. Nuevamente, con mucha madurez y con un justo cuidado para sí misma, decidió volver a cortar todo, esta vez de manera definitiva. La despedida fue muy triste, pero a la vez muy hermosa y sentida. Después de comunicarme su decisión nos dimos un tiempo más para mirar el mar y conversar tranquilos sobre cómo nos conocimos y cómo fueron surgiendo los sentimientos desde nuestros respectivos frentes. Todo parecía tranquilo, pero surgió un primer abrazo súper fuerte y un beso cargado de mucho afecto, tristeza y ganas de no soltarnos. Nos aferrábamos a cada minuto que nos quedaba ahí en el malecón. Transcurrieron los minutos y, ya sobre el final, me volvió a abrazar y a besar y me dijo "Te quiero". Se me estrujó el corazón y le dije que también la quería, porque, en medio de todo ese cúmulo de sentimientos, aquel era el que más ardía en mí.

Amor y control - Reprise 

En la última sesión con mi psicóloga hablamos de esa despedida, de mis acciones posteriores y de mis reflexiones plasmadas al inicio de este texto. Por lo visto, mi primera manera de encarar esto fue (oh, sorpresa) sobrepensar todo lo ocurrido con Florencia. Me estaba haciendo una cantidad ridícula de preguntas para cuestionar los sentimientos que desarrollé por ella: ¿qué tiene Florencia que no tuvieran otras chicas? ¿es realmente tan especial? ¿por qué ha sido tan diferente todo con ella? ¿no la estaré idealizando? ¿será que simplemente es el ímpetu de una atracción muy fuerte, de esas que ocurren a veces de manera caprichosa y luego se van?

Entonces mi psicóloga me explicó algo que yo ya intuía: mi mente estaba tratando de buscar argumentos y maquinar pensamientos que volvieran a Florencia más terrenal y menos importante de lo que fue, para que la tristeza sea más llevadera. No quería aceptar que una sola persona me llevara a sentir todo eso en mis renegados treinta años, no quería admitir que aún sea posible encontrar a alguien que me guste tanto, ni entender que los vínculos más bonitos son tan poco comunes y tan escasos, incluso cuando uno va por la vida conociendo a varias personas e involucrándose con ellas romántica o sexualmente. 

Por otro lado, al defender Florencia su posición sobre las relaciones tradicionales, dijo algo que es realmente innegable. No recuerdo sus palabras exactas, pero sí la idea principal: que una relación exclusiva, cuando es buena y sana, logra un nivel de conexión y compenetración que resulta inalcanzable para quienes tienen más de una pareja sexual o sentimental. Pero la cuestión es: ¿quiero yo ese nivel de conexión? ¿Es ese mi ideal? La realidad es que hoy no tengo respuesta para esa pregunta. También tengo un miedo enorme a decir que sí es eso lo que busco. Y de hecho, ya me enoja conmigo mismo el siquiera estar considerándolo, cuando hasta hace poco gritaba a los cuatro vientos que jamás volvería por ese camino.

Ya pasaron un par de semanas desde la última vez que la vi. Debo reconocer con cierta vergüenza que intenté, como si todo andara bien y nada hubiera ocurrido, retomar la comunicación con otros vínculos casuales o buscar algunos nuevos. Reactivé mi cuenta de Bumble y comencé a hablar con chicas desconocidas. Es curioso. Pensándolo bien, creo que ni siquiera buscaba concretar algo realmente. Siento que solo quería demostrar que, en una de esas tantas interacciones, podía encontrar una que me hiciera sentir lo mismo o algo parecido a lo de Florencia. Pero no. Esta vez no iba a ser así de fácil reforzar mis sesgos y evadir lo que me entristecía tanto.

Lo cierto es que extraño mucho a Florencia y esta chica es realmente especial, tanto que, ni con toda mi odiosa manera de autoanalizarme, logro explicar milimétricamente todos los motivos para sentir todo claro y "controlado". Lo cierto es que voy a tener lidiar con eso. Tendré que asumir, además, que sí quiero para mi vida estos sentimientos, que son parte de lo que busco para mi historia personal, y que algún día tendré que vencer este puto trauma y el miedo de ser lastimado y prisionero como ocurrió con Rebeca, o de lastimar a alguien que no lo merecía como se dio con Sabrina.

Tendré que asumir también que, por mucho que tenga ganas de escribirle o hablarle, no debo hacerlo. Si ella fue tan madura y comprensiva conmigo, y tomó esa decisión no solo por cuidarse ella, sino también por darme el espacio que necesito en mi proceso, lo mínimo que puedo hacer por Florencia es mostrar el mismo respeto y consideración. Una parte de mí es consciente de cómo algunas personas tienen solo un paso fugaz pero muy significativo en nuestra vida para dejarnos lecciones y luego desaparecer. Otra parte de mí tiene aún la ingenua esperanza de que esta no sea la última página de la historia con ella. Pero es muy pronto, demasiado pronto para saberlo con certeza. Tendrá que pasar mucho tiempo, pero pase lo que pase, siempre le agradeceré por haber iluminado tan bella y descontroladamente a este corazón oscuro. Mientras tanto, debo buscar mi luz y mis respuestas propias.


Seminare - Serú Girán




Quiero ver, quiero entrar
Nena, nadie te va a hacer mal, excepto amarte
Vas aquí, vas allá
Pero nunca te encontrarás al escaparte

No hay fuerza alrededor, no hay pociones para el amor
¿Dónde estás? ¿Dónde voy?
Porque estamos en la calle de la sensación
Muy lejos del sol, que quema de amor

Te doy pan, quieres sal
Nena, nunca te voy a dar lo que me pides
Te doy Dios, quieres más
¿Es que nunca comprenderás a un pobre pibe?

Esas motos que van a mil, sólo el viento te hará sentir
Nada más, nada más
Si pudieras olvidar tu mente frente a mí
Sé que tu corazón diría que sí
You might also like
Serú Girán - Seminare (English Translation)
Genius English Translations
Parado en el Medio de la Vida
Serú Girán
¿Cuánto Tiempo Más Llevará?
Serú Girán

No hay fuerza alrededor, no hay pociones para el amor
¿Dónde estás? ¿Dónde voy?
Porque estamos en la calle de la sensación
Muy lejos del sol, que quema de amor
Muy lejos del sol, que quema de amor

martes, 16 de enero de 2024

Carta a mi yo adolescente

Hace un par de semanas volví a comenzar una terapia con la convicción de, ahora sí, comprometerme de verdad y sanar esas heridas que arrastro desde tanto tiempo atrás. Como en cada ocasión en que me presento ante un nuevo psicólogo o psicóloga, tocó contar desde cero toda mi historia con Rebeca. Creo que cada vez logro hacerlo de manera más fluida sin dejar de poner el énfasis necesario en las partes más fuertes. Eso no disminuye el desgaste anímico de desenpolvar aquellos recuerdos, pero al menos me ayuda a agilizar las cosas.

Las palabras de mi psicóloga me hicieron volver a sentir eso que tanta falta me hace de vez en cuando: un poco más de compasión hacia mí mismo y una mayor consciencia de la magnitud de todo lo que viví a lo largo de esos nueve años, más aún si esa reflexión viene de una especialista como ella. Lo digo porque es muy común que, con el tiempo, minimice la gravedad del asunto y sea muy severo conmigo mismo al tener conflictos internos o issues que definitivamente parten de lo ocurrido en mi adolescencia y tempranos veintes. 

Tras esa sesión me dejaron una tarea que no me había tocado antes: escribir una carta dirigiéndome a mi yo adolescente, con el requisito de que el mensaje sea compasivo y gentil. Llevo algunos días dándole vueltas a lo que diré en ese texto. No sé qué tan preparado estoy o si tengo tan claras las ideas, pero faltan un par de días para la siguiente sesión y quisiera poder cumplir con esto. Supongo que las palabras irán fluyendo, así que aquí vamos.


Querido Damián:

No puedo dar muchas explicaciones, pero lo único que debes entender sobre el contexto de esta carta es que te escribe tu yo del futuro, más precisamente, tu versión de 30 años de edad que, aunque logró desprenderse de Rebeca unos siete años atrás, aún lidia de alguna manera con todos los hechos que en tu presente te tienen sufriendo en silencio, encerrado en tu cuarto y con un peso sobre tus hombros que causa muchísimo miedo y cansancio.

Al dirigirme a ti de esta manera tan abstracta, pienso con frustración en cómo me leerías sin que eso pueda cambiar por completo tu destino, o al menos ahorrarte parte del sufrimiento que aún deberás atravesar por algunos años más. Si lees esto antes de los dieciocho de edad, me temo que lo más duro aún está por venir. Si lo estás leyendo a los diecinueve, puedo decir que lo peor ya pasó, pero aún quedan varias experiencias bastante dolorosas. Lamentablemente, aún estás algo lejos de ese escape que anhelas muy en el fondo de tu corazón, mientras mantienes tu promesa de cuidar a la que crees tu compañera de vida.

No puedo cambiar nada de eso, pero sí hacer, al menos, lo que me encargaron en terapia: transmitirte la compasión y la comprensión que nadie puede darte en tu actualidad; no porque no tengas a gente que te quiere, sino por esa equivocada decisión de no compartir con nadie todo lo que implica tu amor casi incondicional hacia Rebeca.

La indicación fue que mi yo adulto le escribiera a mi yo adolescente, pero, ahora que mencionaba lo de las edades, es curioso cuán distinto interpreto las etapas de la vida si me comparo con otras personas. Hoy, con treinta años ya, veo como adolescentes aún a jóvenes de dieciocho o diecinueve años, mientras que los de veinte o veintidós aún son unos chiquillos bajo mi perspectiva. No obstante, me cuesta mucho aplicar ese mismo parámetro cuando miro hacia atrás en mi propia historia, o mejor dicho, en nuestra historia. Creo que desde los 16 ya no hubo marcha atrás y fue imposible volver a sentirnos un adolescente como cualquier otro.

Es raro este ejercicio de disociarme de ti. Tenemos una memoria extremadamente buena y eso es una maldición. Estoy seguro de recordar tan fielmente como tú nuestro primer beso, el color y la emoción de los primeros amores de secundaria, y por supuesto, los abrumadores sentimientos, buenos y malos, del primer año con Rebeca. Cuando elijo recordar voluntariamente esas escenas, es como si aún fuera tú, porque así de palpables se mantienen y es como si no hubiera vivido tantas otras cosas desde que todo terminó en 2017. 

Sin embargo, desde otros puntos de vista sí es muy claro que ya dejé de ser tú. No solo está la obviedad de la mayor experiencia, sino también la muy distinta manera en que hoy manejo mis sentimientos respecto a mis relaciones amorosas, de amistad y familiares. Es muy diferente también el cristal con el que observo cuán bella o cuán fea es la vida y qué debo esperar de ella. 

Lamento decir que esas diferencias no son precisamente positivas. No viene al caso entrar en detalles, pero puedo resumirlo en que hoy soy una persona bastante triste, desencantada y pesimista que se cuestiona absolutamente todo, todo el tiempo, al punto de quedar paralizado e incapaz de entregarse a nuevos sueños, aventuras y sentimientos por el miedo a que salgan mal, por el miedo a sufrir o a quedar nuevamente como esclavo de alguna otra persona o circunstancia compleja. Añado a eso un enorme miedo de lastimar a alguien especial en mi vida por esa indecisión, lo cual ya ocurrió en tiempos recientes.

Sé que suena muy feo y desalentador, pero lo digo porque quiero partir desde ese contraste para destacar todo lo que tú eres en este momento. Siendo honesto, hoy daría lo que fuera por recuperar siquiera un poco de tu manera de interpretar y de vivir la vida, y de cómo te relacionas con las personas a las que quieres.

Tuviste tu etapa rebelde y jodida hacia tus padres, pero esta pasó rápido y pronto. A los catorce años te convertiste en una muy destacable versión de ti mismo. Eres un chico muy noble. No tienes pocos ni muchos amigos, pero todos los que tienes te buscan y te cuentan todo porque encuentran en ti a una persona de mucha confianza, con una sensibilidad y empatía bastante adelantadas para su edad adolescente. También eres un buen hijo, que sabe ser grato con el sacrificio de sus padres y con la entrega que tuvieron contigo. 

No estás seguro de si lograrás ser un futbolista profesional, pero confías en tus capacidades y sabes que, sea en el fútbol o en alguna carrera universitaria, te quieres comer el mundo y vivir grandes experiencias. No eres ingenuamente soñador, sabes que la vida es difícil, pero tienes igual un fuego interior que te impulsa a hacer las cosas.

Modestia aparte, observando mucho a la mayoría de adolescentes a tu alrededor, sabes que destacas y tienes muchísimo potencial, no solo en lo intelectual o académico, sino también como persona en general. Te importa muchísimo andar bien por la vida, respetando a los demás y rigiéndote firmemente bajo tus principios y valores. Tal vez tú no seas muy consciente de esto, o tal vez solo un poco, pero yo te lo digo ahora: de verdad, mis respetos. ¿Cuántos adolescentes tienen ese tipo de convicciones a tu edad? Si yo hubiera querido ser padre (spoiler: en unos años dejarás de querer serlo), cuánto hubiera querido un hijo como tú. 

No sé cuánto mantengo de todo esto en la actualidad, pero realmente no tengo hoy muchas cosas que me generen orgullo de mí mismo.

Retomando tus cualidades, en tu relación con los demás eres, en general, una persona muy entregada, involucrada y leal. Lo eres con tu familia, con tus amigos, con tu novia... Y, bueno, al mencionarla, supongo que viene la parte más densa y difícil de este mensaje de aliento.

No quiero confundir la empatía con ser condescendiente, así que debo ser directo en decir que la estás cagando en grande y cometes el mayor error de tu vida al aferrarte a esa chica. Tampoco deberías guardarte todo lo que ocurre para ti solo, creyendo que le haces un bien a ella y a la relación al "protegerla" del juicio de las personas que te quieren. Pero, bueno, como dije antes, con esta carta no puedo cambiar tu destino. Todo lo que puedo hacer es destacar lo más valioso de ti en medio de estas equivocaciones y de tan complejas situaciones a una edad tan temprana. 

¿Te estás equivocando? Sí, pero ¿quién carajos sabría exactamente qué hacer a tu edad bajo esas circunstancias? Había que dejar constancia de tus errores, pero de ninguna manera es un reclamo o un reproche. Hiciste lo que creíste correcto y priorizaste el bienestar de la persona a la que amabas; desde un mal enfoque y entendimiento de lo que es el amor y la incondicionalidad, sí, pero eso no resta tu nobleza ni la pureza de tus sentimientos. 

Bajo tus consignas sacrificaste muchísimo de ti mismo: tus amistades, tus pasatiempos favoritos, la cercanía con tu familia, tu preparación académica y tu individualidad. No fue así porque fueras una persona que no se aprecia o que no tuviera una concepción más o menos clara de lo que era una relación saludable. Para tu edad la tenías, pero decidiste atravesar todo eso bajo la esperanza de un futuro mejor junto a tu chica, creyendo que todo valdría la pena y que más temprano que tarde recuperarías tu vida para compartirla junto a una Rebeca recuperada y feliz.

No tuviste un buen cálculo de las cosas, pero ¿cómo ibas a tenerlo? Siempre anduviste a ciegas. No tenías idea de su diagnóstico ni de lo que implicaba, no sabías las cosas que sería capaz de hacerte, y sobre todo, creías firmemente en su bondad y en que todo el amor y dedicación que le dabas sería compensado por la vida. Créeme que, con todas las vueltas que le he dado a esos recuerdos a lo largo de estos años, aunque tal vez hubo algunas red flags que pudiste haber notado si ponías algo más de atención, no había forma de anticipar las cosas horribles que ella sería capaz de hacerte.

Por eso, cuando la psicóloga me encargó hablarte con compasión y hacer las pases contigo, tardé poco en darme cuenta de que nunca te guardé resentimiento por no haber evitado que todo esto ocurriera. La psicóloga anterior me enfatizaba mucho eso y me decía que no me había perdonado a mí mismo, pero sus explicaciones nunca me habían cuadrado del todo.

Ya analizamos tus errores y tus limitaciones ante el contexto que te tocó. Ahora, si hablamos de factores ajenos, desde los 18 años tú y yo nos volvimos ateos y dejamos de culpar a Dios, al destino, al karma o a cualquier otro concepto sobrenatural que rigiera nuestras mundanas y humanas vidas. Y si nos referimos a Rebeca, aunque por mucho tiempo la vi como la villana maldita de la historia, hoy entiendo mucho mejor que su diagnóstico es súper jodido y que es muy difícil saber cuánta cuota de responsabilidad tuvo realmente sobre sus acciones. No he dejado de odiarla por lo que nos hizo, pero soy consciente de todos los matices que hay de por medio y de que ese odio tal vez no sea del todo justo.

Mientras te escribo estas palabras, creo que entiendo un poco mejor mi manera de reinterpretar mi pasado una vez que supe toda la verdad sobre Rebeca. No me refiero solo a lo que hizo, sino también a lo que implicaba su diagnóstico, algo que recién descubrí durante el último año al investigar mucho más a fondo sobre el trastorno límite de la personalidad (TLP).

Mi querido Damián adolescente, no estoy libre de resentimientos hacia mí mismo y hacia factores externos, pero puedo decir con certeza que esos malos sentimientos no están dirigidos hacia ti en absoluto. Creo que las más ceveras autocríticas se dirigen en realidad hacia versiones mías que van desde la ruptura con Rebeca en adelante, es decir, desde mis veintitrés años. Y si hablamos de malos sentimientos hacia afuera, supongo que hay aún una furia contenida que no puede desahogarse del todo ante la realidad de que, objetivamente, no existen villanos claramente definidos a los cuales responsabilizar por mi dolor.

Sin más que decir, hoy, 16 de enero de 2024, reafirmo que todo está bien entre tú y yo. Ahora te dejaré descansar tranquilo en mi memoria. Gracias por leerme.


Atte: El Damián de 30 años


Rayden - A mi yo de ayer


Hola, tú a mí no me conoces
Aunque yo a ti sí
Como la palma de mi mano
Y sé que tendrás muchas preguntas
Y yo pocas certezas
Así que...

Me pregunto si me oyes todavía
Si queda algo de ti en mi lejanía
Yo que soy el fruto de tus fallos y virtudes
Tus derrotas y victorias, tus aciertos y manías
La suma de tus noches y reproches de tus días
La resta de tus gestas, de tus idas y venidas
Por si me contestas a preguntas con preguntas
Te diré que hay respuestas que no serán respondidas
Que sepas que la ira caduca pero contamina
Que no hay camino sino estela de los que caminan
Sin quitamiedos
Que te podrás llevar el palo de tu vida
O llegar a donde nadie llegó ni en sus sueños
No hay imposibles, solo improbables
Para que cobardes no se atrevan presos por el miedo
No dejes que nadie te diga que no hagas esto, aquello
Que no sirves ni que vales, porque vales más que ellos
¡Eh! No quieras compararte
Nunca es demasiado tarde para que alguien rectifique
Que la gente ya no busca espejos donde mirarse
Solo malos ejemplos que los justifiquen
Que la línea que más cuides sea la de tu sonrisa
Y que sea más curva cuanto más la cuides
Y que todo el que te mire vea
Que la vida se mide en los momentos en los que te sientes vivo
Así que ¡vive!
You might also like
Agua
Rayden
Tres otoños
Rayden
Matemática de la Carne
Rayden

A mi yo de ayer:
Lo siento si no fui lo que quisiste ser
Te juro que lo hice lo mejor que supe hacer
Intenté crecer feliz en este mundo cruel
Quise cambiar el planeta y llevarlo al papel
Aunque sea con mala letra, para hacer el bien
Esto sé que no es gran cosa, pero has de saber
Que el día de mañana podrás ponerte en mi piel
A mi yo de ayer

Trata de decir siempre lo que sientes
Siempre lo que pienses realmente
No digas todo lo que piensas
Pero piensa todo lo que dices
Diferencia entre gente normal y la corriente
Que los amigos y amores vienen y van
Pero solo los verdaderos al final se quedan
Que jamás cambies lo que más ames en vida
Por lo que en el momento deseas
Se pasa, y la vida es pasajera
No prometas feliz, no respondas enfadado
Ni decidas con el día gris
Perdona rápido, agradece lento
Quiere de verdad contento
Y nunca dejes que no te vean reír
Duerme menos y sueña más, sueña despierto
Con ojos abiertos los sueños se hacen realidad
Que las mejores cárceles no tienen vallas
Y los peores ángeles no tienen alas
Pero saben volar
No des nada por supuesto
Siempre se está a tiempo para esbozar un 'perdón, lo siento'
Que perder es otra forma de ganar
Que en este mundo superficial
Lo que importa está cubierto
Que no hay dolor ni error que no enriquezca
Como la piedra con la que tropiezas y repites
Por eso pide que te quieran cuando menos lo merezcas
Posiblemente sea cuando más lo necesites

A mi yo de ayer:
Lo siento si no fui lo que quisiste ser
Te juro que lo hice lo mejor que supe hacer
Intenté crecer feliz en este mundo cruel
Quise cambiar el planeta y llevarlo al papel
Aunque sea con mala letra, para hacer el bien
Esto sé que no es gran cosa, pero has de saber
Que el día de mañana podrás ponerte en mi piel
A mi yo de ayer

Que quien te quiere también daña
(Ayer)
Que hay miradas que lo dicen todo
Y ojos que no dicen nada
(Nada)
Que se coge antes a un cojo
Ya que un mentiroso también es hombre de palabra
(De palabra)
Que la apariencia engaña
Que a veces la mayor sonrisa
Esconde tras de sí una doble cara
(Que) Que todo lo bueno y lo malo se acaba
Por eso disfruta como si no hubiera mañana

Y sí, sé que podría decirte el número premiado de la lotería, o incluso
Decirte cuál de las mujeres será la única que te acompañará el resto de
Tu vida. Pero ni yo mismo lo sé, y si te lo dijese no llegarías a ser yo
Así que quiere, déjate querer, supera, disfruta, aprende, que todo llega


domingo, 19 de noviembre de 2023

30


En toda mi vida, ningún otro cumpleaños había sido tan anticipado como este, aunque no para bien. Quisiera hablar de un conteo regresivo lleno de entusiasmo, de una gran celebración por lo logrado durante mi primera década como adulto y de la emoción por lo que me espera en mis treintas, pero no. Mis ánimos van hacia una dirección bastante opuesta.

Siempre me pareció estúpida aquella reflexión sobre si tu versión de niño estaría orgullosa del adulto que eres ahora. De pequeño, yo me veía siendo médico, casándome, teniendo un par de hijos y con una familia tan feliz como la que mis padres formaron durante mis años infantiles. En este caso, ni siquiera es que no lo haya logrado, sino que tardé poco en descubrir, de más grande, que no quería nada de eso realmente. Ese pequeño Damián está muerto, no existe más y no le debo un carajo a un mocoso que no sabía nada de la vida. Odio a los niños y mi versión de niño no sería la excepción si la tuviera al frente.

Sin embargo, hay otras versiones de mí a las que sí me duele muchísimo estar defraudando. Hasta hoy guardo una muy profunda conexión con mi yo adolescente, con las inquietudes y con los sueños que tenía por aquel entonces, más allá de que hoy no los mantenga. A los 15 años, cuando vi que no podría ser un futbolista profesional, quise después ser un periodista deportivo reconocido, aunque hoy creo, en retrospectiva, que simplemente aspiraba a convertirme en alguien importante dentro de alguna de mis aficiones. También, desde los primeros meses de mi relación con Rebeca, andaba ya con la absurda idea de encontrar el amor verdadero y hacer todo un proyecto de vida en pareja. Eran básicamente esas dos cosas. No pedía mucho más, pero no sabía que eso ya era pedir demasiado a la vida, a las personas y a mí mismo. Evidentemente, mi yo adolescente tampoco sabía un carajo sobre nada, pero a él sí quisiera abrazarlo y pedirle disculpas.

Desde pequeños nos enseñan que las metas se consiguen con esfuerzo, con dedicación y teniendo claro hacia dónde queremos ir. Nos dicen también que el camino puede ser duro, que habrá dificultades, pero que la perseverancia nos ayudará a superarlas. Esas expectativas son aún más fuertes si desde niño te perfilas como alguien inteligente o con algún tipo de talento, como creo que era mi caso. Pero no. Obviamente las cosas no son así y hay miles de factores de por medio que no tienen que ver con lo que hagamos o dejemos de hacer. Antes de quedar como un idiota, aclaro que no es que esté descubriendo estas falsedades recién a los 30 años. Todas las fui entendiendo en un lapso de tiempo muy prolongado, desde que terminé la secundaria hasta hace apenas un par de meses.

Cada uno de mis 'pilares del éxito' fueron cayéndose en diferentes momentos y por distintos motivos, formándose así este Damián desencantado, deprimido, nihilista, insatisfecho consigo mismo y con la vida en general, sin un rumbo fijo en ningún ámbito de la misma.

A veces ocurrió que no tuve la suerte ni los privilegios, porque la meritocracia es una mentira en esta sociedad capitalista. En otros casos hubo pasiones profesionales que de repente se apagaron sin que pudiera encontrar nada que las reemplace. También se cruzaron en mi camino personas de mierda, aunque creo que sería más justo mencionarlo en singular por el diferenciado impacto que tuvo la desgraciada de Rebeca en esos nueve años de abusos.

Fuera de los factores externos y ajenos a mi control, obviamente están los que sí son completa responsabilidad mía, tanto los que logro identificar bien hoy como aquellos que tal vez vaya a comprender posteriormente. Muchos descuidos, decisiones propias y acciones de autosabotaje en tiempos más recientes, me trajeron hasta esta versión que resultaría bastante decepcionante para el Damián adolescente, para el de sus tempranos veintes, e incluso para el de 27 o 28 años que ya miraba de reojo el final de la supuesta mejor década de la vida.

En un plano aparte —porque no sé a quién culpar por eso— pondría a todas las descreencias y cambios en mi manera de pensar que se fueron acumulando conforme crecía. Dejé de creer en Dios, en la justicia divina, en la vida después de la muerte, en el matrimonio, en la monogamia, en el amor a largo plazo y en muchas de las definiciones que llegué a tener sobre la felicidad y el éxito, si es que hoy me queda alguna. Ojalá todos estos cuestionamientos se hubieran dado de golpe y a una edad mucho más temprana, pero lamentablemente surgieron poco a poco y de manera caprichosa, haciéndome replantear mi vida en más de una ocasión y llevándome por momentos a giros, a golpes de realidad y a decisiones bastante dolorosas. Con ese trayecto, supongo que es lógico que hoy ande tan desorientado.

En medio de esta crisis, a veces resuenan en mi mente algunas voces gentiles y alentadoras. Recuerdo a Sabrina repitiéndome que hice lo mejor que pude con las herramientas que tuve al alcance en cada situación que me puso a prueba. Pienso también en amigos y amigas diciéndome que se trata de un simple número arbitrario, no tan diferente del 29 o del 31. También me vienen a la mente reflexiones de psicólogos en YouTube o en TikTok sobre lo nociva que es la presión que muchas personas nos ponemos en este tramo, que parte de un ideal muy poco realista para la mayoría de la gente.

En la teoría, una parte de mí le da la razón a todos ellos, pero en mi corazón, en mi amor propio, cuesta muchísimo no sentirme como una triste promesa incumplida.

Creo que, a pesar de todo, aún mantengo esperanzas de mejorar y cambiar el enfoque de estos pensamientos que tanto daño me hicieron durante la espera hasta este cumpleaños. Si no fuera así, no decidiría seguir respirando todos los días. Un muy pequeño fuego interior me mantiene en esa búsqueda de nuevos propósitos. Solo espero poder hacerlo arder más y no tardar demasiado en lograrlo. Si hay algo que quiero evitar a toda costa de cara al futuro, es volver a sentir todo el peso del tiempo perdido.


Billie Eilish - Getting Older



I'm gettin' older, I think I'm agin' well
Estoy creciendo, creo que estoy envejeciendo bien.
I wish someone had told me I'd be doin' this by myself
Ojalá alguien me hubiera dicho que haría esto por mí misma.
There's reasons that I'm thankful, there's a lot I'm grateful for
Hay motivos para estar agradecida, hay mucho por lo cual lo estoy,
But it's different when a stranger's always waitin' at your door
pero es diferente cuando hay un extraño esperando siempre en tu puerta.
Which is ironic 'cause the strangers seem to want me more
Y es irónico, porque los extraños parecen quererme más
Than anyone before (Anyone before)
que cualquiera antes (cualquiera antes).
Too bad they're usually deranged
Lástima que generalmente estén trastornados.

Last week, I realized I crave pity
La semana pasada descubrí que anhelo la lástima.
When I retell a story, I make everything sound worse
Cuando cuento una historia, hago que todo suene peor.
Can't shake the feeling that I'm just bad at healing
No puedo quitarme la sensación de que soy mala para sanar,
And maybe that's the reason every sentence sounds rehearsed
y tal vez esa sea la razón por la que cada frase suena ensayada.
Which is ironic because when I wasn't honest
Y es irónico, porque cuando no era honesta,
I was still bein' ignored (Lyin' for attention just to get neglection)
aún así, era ignorada (mintiendo por atención solo para ser negligente).
Now we're estranged
Ahora estamos distanciados.

Things I once enjoyed
Las cosas que alguna vez disfruté
Just keep me employed now
hoy son solo un trabajo. 
Things I'm longing for
Las cosas que hoy anhelo,
Someday, I'll be bored of
algún día me aburrirán.
It's so weird
Es tan raro
That we care so much until we don't
que nos importe tanto hasta que ya no.

I'm gettin' older, I've got more on my shoulders
Estoy creciendo, cargo más peso sobre mis hombros,
But I'm gettin' better at admitting when I'm wrong
pero mejoro en admitir cuando estoy equivocada.
I'm happier than ever, at least, that's my endeavor
Soy más feliz que nunca, o al menos, ese es mi objetivo:
To keep myself together and prioritize my pleasure
mantenerme estable y priorizar mi placer.
'Cause, to be honest, I just wish that what I promise
Porque, para ser honesta, solo quisiera que lo que prometo
Would depend on what I'm given, mmm (Not on his permission)
dependa de lo que recibo (no de su permiso)
(Wasn't my decision) To be abused, mmm
(no fue mi decisión) ser abusada.

Things I once enjoyed
Las cosas que alguna vez disfruté
Just keep me employed now, mmm
hoy son solo un trabajo. 
Things I'm longing for, mmm
Las cosas que hoy anhelo,
Someday, I'll be bored of
algún día me aburrirán.
It's so weird
Es tan raro
That we care so much until we don't
que nos importe tanto hasta que ya no.

But next week, I hope I'm somewhere laughing
Pero, la próxima semana, espero estar riéndome en algún lugar.
For anybody asking, I promise I'll be fine
Para quien lo pregunte, prometo que estaré bien.
I've had some trauma, did things I didn't wanna
He tenido traumas, hice cosas que no quería.
Was too afraid to tell ya, but now, I think it's time
Tenía demasiado miedo de decírtelo, pero creo que ya es hora.

sábado, 11 de noviembre de 2023

Un gran llanto

 


Ayer lloré como no había llorado en muchos años. Me cuesta recordar cuándo fue la última vez que me quebré de esa manera, chillando a moco tendido, ahogando gritos en la almohada, poniéndome por momentos en posición fetal sobre mi cama. Todo esto durante unos 20 minutos. 

Aunque no había nadie presente para dar fe de ello, yo no podía dejar de ser muy consciente de cómo se me vería desde afuera: vulnerable y reducido de una manera totalmente inédita, tanto para cualquier persona que me conozca como para mí mismo. Aunque llevo toda una vida conviviendo con la tristeza y pudiendo hablar sobre ello sin ningún problema, este tipo de explosiones son un terreno muy poco explorado. No puedo negar que fue tremendamente liberador, pero también una muestra muy preocupante de cuánto me cuesta, no decir ni reconocer, sino expresar mis sentimientos, incluso a solas.

Ese desahogo fue tan grande que casi lo calificaría como una suerte de experiencia trascendental. Ya he dicho muchas veces que no creo en nada sobrenatural, pero alguna vez llegué a probar LSD y sentir, además de las alucinaciones, una conexión con mis sentimientos realmente profunda y única. Diría "espiritual" si no fuera ateo. En esa línea, ayer, aunque no hubo ninguna sustancia de por medio, sí que tuve en esos minutos de llanto un gran viaje, un cúmulo de recuerdos, pensamientos y sentimientos avasallante, que no parecía natural.

Ahora, un breve paréntesis. Aún no he escrito sobre esto, pero hace un mes terminé con Sabrina la relación que habíamos retomado llenos de ilusión tras volver yo muy recuperado de aquel viaje a México. Ya habrá tiempo de extenderme sobre eso en otros posts. En este momento lo menciono solo para dar contexto.

Volviendo a aquel gran llanto, repito que fue toda una experiencia. Se pareció un poco a esa creencia muy cliché de que, cuando una persona muere, ve pasar en un instante los recuerdos de toda su vida, o al menos los más importantes dentro de su línea de tiempo. Me ocurrió algo parecido, pero enfocado exclusivamente en mi vida amorosa y en un orden cronológico inverso.

Recordé el momento de la ruptura, el último beso de despedida, las últimas semanas de la relación, nuestro último viaje, la ruptura anterior, los ratos de calma, los planes a futuro que se formaban en nuestra mejor época, las salidas con amigos, nuestros primeros "te amo", nuestras primeras citas, nuestros primeros chats, la primera vez que vi sus bellos rizos y sus preciosos ojos en persona.

Nunca había sentido tanta impotencia, tanta frustración y tanto odio hacia mí mismo. Tenía a la chica de mis sueños, a la compañera que siempre había anhelado, a la mejor persona posible para la vida en pareja con la que tantos sueñan. No dejaba de preguntarme por qué mierda tengo que ser cómo soy: tan cínico, tan incapaz de abrazar la ilusión, tan cuestionador sobre cómo funciona el amor y sobre lo que yo busco en ese ámbito tan importante de la vida.

Los flashbacks continuaron y me llevaron inmediatamente a todo lo que me hizo Rebeca no mucho tiempo antes. Entonces, lo recordé: aunque fuera tan hermosa, esa historia de amor con Sabrina estuvo mal desde sus cimientos, desde que con negligencia decidí cortar la terapia y creer ilusamente que dejar a Rebeca era lo único que necesitaba para estar bien. Todo estuvo condenado al fracaso desde que decidí no llevar todo el proceso de recuperación que necesitaba, ese que apenas voy empezando hoy, con casi 30 años y a costa de haber perdido al amor de mi vida. 

Me odié por eso último por un instante, pero inmediatamente me arrepentí de ese sentir por lo mismo que Sabrina, tan comprensiva y amorosa como ella sola, me dijo hace poco: que no era mi culpa, que hice y decidí lo mejor que pude con las mejores herramientas que tenía en el momento. A partir de ahí, la fuerza del llanto se incrementó aún más y mi energía mental se volcó hacia una gigantesca lástima hacia mí mismo. 

Aún recuerdo bien las sensaciones en mi cuerpo cuando terminé de llorar. Sentía los músculos relajados y la cabeza más despejada. Ahí seguían la tristeza, el vacío dejado por Sabrina y todas mis crisis existenciales, pero la vida, a pesar de todo, se sentía un poco más llevadera. Nada cambió realmente, pero descubrí algo nuevo, útil y necesario, que tomaré como un pequeño paso más dentro de este largo camino que aún queda por delante.


Adele - Cry Your Heart Out



Cry your heart out, it'll clean your face
Llora todo lo que quieras, eso limpiará tu rostro.
When you're in doubt, go at your own pace
Cuando estés en duda, ve a tu propio ritmo.
Cry your heart out, it'll clean your face
Llora todo lo que quieras, eso limpiará tu rostro.
When you're in doubt, go at your own pace
Cuando estés en duda, ve a tu propio ritmo.

When I walk in a room, I'm invisible, I feel like a ghost
Cuando camino en un cuarto soy invisible, me siento como un fantasma.
All my friends keep on tellin' me that this feeling won't last, mmm
Todos mis amigos me dicen que este sentimiento no durará.
I can't get no relief, I'm so tired of myself,
No encuentro alivio, estoy tan cansada de mí misma.
I swear I'm dead in the eyes
Juro que estoy muerta en mis ojos.
I have nothin' to feel no more, I can't even cry
Ya no siento nada, ya no puedo ni llorar.

When will I begin to feel like me again?
¿Cuándo empezaré a sentirme yo misma otra vez?
I'm hanging by a thread
Estoy pendiendo de un hilo.
My skin's paper-thin, I can't stop wavering
Mi piel es tan delgada como el papel; no puedo dejar de tambalearme.
I've never been more scared
Nunca estuve tan asustada.

Cry your heart out, it'll clean your face
Llora todo lo que quieras, eso limpiará tu rostro.
When you're in doubt, go at your own pace
Cuando estés en duda, ve a tu propio ritmo.
Cry your heart out, it'll clean your face
Llora todo lo que quieras, eso limpiará tu rostro.
When you're in doubt, go at your own pace
Cuando estés en duda, ve a tu propio ritmo.

When I wake up, I'm afraid of the idea of facin' the day
Cuando despierto, me aterra la idea de enfrentar el día.
I would rather stay home on my own, drink it all away
Preferiría quedarme sola en casa, emborrachándome.
Please stop callin' me, it's exhausting, there's really nothin' left to say
Por favor deja de llamar, esto cansada, no queda nada que decir.
I created this storm, it's only fair I have to sit in its rain
Yo creé esta tormenta; es justo que deba sentarme bajo sus lluvias.

When will I begin to feel like me again?
¿Cuándo empezaré a sentirme yo misma otra vez?
I'm hanging by a thread
Estoy pendiendo de un hilo.
My skin's paper-thin, I can't stop wavering
Mi piel es tan delgada como el papel; no puedo dejar de tambalearme.
I've never been more scared
Nunca estuve tan asustada.

Cry your heart out, it'll clean your face
Llora todo lo que quieras, eso limpiará tu rostro.
When you're in doubt, go at your own pace
Cuando estés en duda, ve a tu propio ritmo.
Cry your heart out, it'll clean your face
Llora todo lo que quieras, eso limpiará tu rostro.
When you're in doubt, go at your own pace
Cuando estés en duda, ve a tu propio ritmo.

All love is devout, no feeling is a waste
Todo amor es devoto, ningún sentimiento es un desperdicio,
But give it to yourself now before it's too late
pero dátelo a ti misma antes de que sea demasiado tarde.
In the end, it's just you, stop drowning in wait
Al final eres solo tú, deja de ahogarte en la espera.
Your love is useless without it
Tu amor es inútil sin eso.

Cry your heart out, it'll clean your face
Llora todo lo que quieras, eso limpiará tu rostro.
When you're in doubt, go at your own pace
Cuando estés en duda, ve a tu propio ritmo.